Movimientos Sociales: recreando los saberes y la política
Este nuevo número de Cal y Canto que presentamos es distinto a los anteriores, en que dábamos cuenta de los resultados de un Taller de seguimiento y escucha de un actor social específico. Este vez, hemos querido compartir los resultados de un ciclo formativo, relativo a los movimientos sociales, organizado por ECO y SEDEJ, a fines de 2017, en el contexto de la Plataforma Mercosur Social y Solidario. También acogemos los debates y resultados de un Encuentro Nacional de Movimientos y Organizaciones Sociales, que realizáramos el 21 de abril de 2017, recién pasado.
El ciclo de talleres formativos trabajó en temas locales y nacionales así como temas latinoamericanos, con invitados de Brasil y Bolivia, mientras que el Encuentro de 21 de abril, buscó construir colectivamente una “agenda formativa” para los movimientos sociales más activos este último período en Chile.
¿Cuáles fueron las principales novedades con que nos encontramos? ¿Qué de nuevo bajo el sol? En el ámbito local y nacional, nos parece que estamos asistiendo a la emergencia de un nuevo ciclo de movimientos sociales, en que aparentemente declinan los movimientos que podríamos denominar históricos (el movimiento obrero, de pobladores y de campesinos) -salvo el movimiento estudiantil, que mantiene plena vigencia- y entran en escena, con mucha energía, el movimiento de mujeres y feminista; el movimiento socio ambiental y los mapuche. Tenemos también noticias de una rearticulación del movimiento de pobladores, como pudimos comprobar en un reciente Encuentro Nacional del Frente de Resistencias Urbanas, realizado muy recientemente, el sábado 16 de junio pasado.
¿En qué sentidos podemos hablar de “novedades”? Nos parece que al menos desde dos puntos de vista. Por una parte, se trata de actores sociales relativamente nuevos o diferentes a los del pasado, y por otra parte, porque estos movimientos están instalando temáticas de naturaleza distinta a la de los movimientos históricos. Se puede matizar y es necesario hacerlo, ya que todos estos movimientos son portadores de sus propias memorias y tradiciones. Por ejemplo, el movimiento feminista actual se reconoce como una “tercera ola feminista”, si se tiene en cuenta el movimiento sufragista de los años cuarenta y el movimiento de mujeres en dictadura en los años ochenta; el movimiento mapuche, por supuesto que tiene una larga tradición, pero a partir de los años ochenta inició una nueva etapa, de mayor autonomía de los partidos políticos chilenos y con mayor énfasis en sus demandas como “pueblo-nación”, y a partir de 1997 (quema de camiones en Lumaco) inició una nueva fase más diversificada y radicalizada en sus luchas; el movimiento socio ambiental es también portador de luchas que comenzaron a despuntar en los años ochenta, pero que se han multiplicado en medio de los diversos daños al medio ambiente provocado por el “modelo extractivista” de la economía chilena, en especial con relación al agua que se convierte en un bien en disputa con las grandes empresas mineras y agrícolas.
Desde el punto de vista de los actores involucrados, en los tres movimientos mencionados, hay una evidente presencia juvenil, especialmente de activistas y profesionales jóvenes, que se desenvuelven en el ámbito de comunidades locales, algunos medios de prensa y en las universidades. Tanto los socio ambientalistas como los mapuche tienen, sin dudas, fuerte arraigo local y territorial, no así es tan evidente con los movimientos feministas, que si bien también tienen arraigo local y provincial, han alcanzado mayor visibilidad en las calles (marchas del 8 de Marzo, en contra de la violencia en contra de las mujeres) y sobre todo, a partir de mayo de 2018, en el movimiento universitario, mediante “tomas feministas” que demandan el fin del abuso y del acoso sexual, así como la necesidad de avanzar hacia una “educación no sexista”, apuntando a transformaciones culturales mucho más profundas.
Desde el punto de vista de la temáticas que instalan los nuevos movimientos, las novedades son mayores y de gran proyección histórica. Las feministas luchan en contra del patriarcado, el abuso y el sexismo, y la más radical modificación en las relaciones de género que reproducen la dominación de los hombres sobre las mujeres; los mapuche hacen visible el carácter colonial del Estado chileno y abogan por su propias autonomías culturales y territoriales, por el fin del racismo y el clasismo así como por su reconocimiento como pueblo – nación y sus correspondientes derechos; los socio ambientalistas instalan sus propias temáticas, como la defensa del medio ambiente, el desarrollo sustentable y particularmente el “buen vivir” como propuesta de raíz andina y de nuestros pueblos originarios. La memoria, el enfoque interseccional (el impacto de las diversas dominaciones), la deconstrucción de las relaciones de poder, la necesidad de nuevas relaciones con el Estado son todas temáticas transversales a los nuevos movimientos sociales (Ver en este número listado de temas en la sección relativa a la “agenda formativa”).
Si estas fueron las principales novedades nacionales de nuestro “ciclo formativo”, en el contexto latinoamericano, son de alto interés los aportes que nos compartieron nuestros invitados. En el caso de Brasil, Ana Patricia Sampaio nos propuso una mirada histórica al desarrollo de los movimientos sociales en Brasil, poniendo especial atención en sus relaciones con el Estado. Los movimientos buscaron persistentemente no solo influir sino que hacerse parte del Estado, a efectos de definir las políticas públicas. La actual coyuntura brasileña es evidentemente muy crítica no solo porque hace retroceder la acción social del Estado y las capacidades de incidencia de los movimientos sociales, sino que amenaza con mayores retrocesos democráticos. La situación boliviana se ha vuelta también más compleja en la medida que la “razón de estado” pesa más que la “razón de los movimientos sociales” lo que por cierto nos interroga sobe las inercias de las formas políticas tradicionales y la permanente necesidades de fortalecer las capacidades de propuestas y de gestión de los movimientos sociales.
Mario Garcés D. Director de ECO, Educación y Comunicaciones
Santiago, agosto 2018
Publicado en Revista Cal y Canto Nº 4